El edadismo se encuentra estrechamente ligado a los estereotipos dado que se define como el mantenimiento de los estereotipos o actitudes basadas en prejuicios por el simple hecho de ser mayor (sería también interesante saber qué entendemos por ser mayor).
Las personas mayores asumen los estereotipos que no solo la sociedad les otorga sino también su círculo más cercano, la familia. La asimilación de los estereotipos negativos sobre la vejez provoca en las personas mayores una situación de mayor vulnerabilidad. Dicha percepción negativa acerca de la vejez aumenta con los años aunque otro de los factores a tener en cuenta es el sexo. Las mujeres tienen una percepción de la vejez más negativa que los hombres. Algunos de los indicadores que ayudan a explicar dicha afirmación es que la percepción en mujeres está ligada a distintos factores como pueden ser la salud dado que las mujeres tienen mayor esperanza de vida pero de menor calidad vida si los comparamos con los hombres de la misma edad. El factor económico también es influyente dado que muchas de las mujeres han dependido durante su vida del sueldo de los maridos teniendo actualmente una pensión mínima. Las relaciones sociales son otros de los factores influyentes dado que el círculo de relaciones más próximo se convierte en un aspecto fundamental.
El edadismo no solo se ve favorecido por las actitudes y acciones de la sociedad y/o la familia, sino también por parte de los profesionales que trabajan con dicho colectivo dado que se establecen distintas pautas dependiendo del grupo al que se atiende sin una base que lo justifique.
Uno de los ejemplos en salud mental es la creencia de que la depresión o la tristeza son parte indisoluble del envejecimiento, se da por hecho de que las personas mayores padecen dichos trastornos por lo que no se ofrece un diagnóstico adecuado a la persona.
Otro de los ámbitos donde están presentes actitudes edadistas son las instituciones públicas y privadas que atienden al grupo de personas mayores. En dicho ámbito predomina la infantilización a través de un trato y manera de dirigirse a las personas mayores como si fuesen niños pequeños. Dichos comportamientos favorecen las actitudes paternalistas y refuerzan el carácter dependiente de las personas mayores lo cual se ve reflejado en un declive físico, cognitivo y funcional de las personas.
La manera de reducir el edadismo es incidiendo en los sistemas que lo perpetúan, por lo que para ello debemos actuar todos los actores sociales debido a que se convierte en una realidad que nos atañe a todos.
Existen diferentes manera de producir cambios en los sistemas, aunque todas con el mismo fin, es decir, desde lo medios de comunicación hasta el gobierno mediante la configuración de políticas de intervención donde el diseño, implementación y evaluación de los programas contemplen la manera en la que influye en las personas mayores al mismo tiempo que en las ideas, cogniciones y actitudes de las personas. Para ello, es fundamental un proceso de investigación que nos ayude a acercarnos a la propia realidad, a la cultura, a los mecanismos mediante los cuales se perpetúan estas ideas edadistas, etc., junto con mecanismos de intervención que ayuden a cambiar las tornas.
Con respecto a los profesionales que trabajan con personas mayores se hace necesario un amplio proceso de educación en el cual la percepción y actitudes ante el colectivo se vean modificados dado que, como hemos comentado al principio, los estereotipos influyen de una manera negativa en las personas mayores al asimilarlos y actuar en función a ellos.
Por ello es importante una buena base educativa a la hora de aprender estos conceptos y conseguir una formación específica y asertiva sobre este colectivo.
En definitiva, si incorporamos dicha educación de manera primaria conseguiremos cambiar la percepción negativa de la sociedad sobre nuestros mayores, hacia una percepción mucho más positiva e innovadora que demuestre y refuerce el valor de las personas mayores sin ningún tipo de estereotipo. Asimismo, si nosotros/as cambiamos esta percepción, ellos/as también lo harán y conseguirán cambiar el típico discurso de“estoy mayor y no sirvo ya para nada” a otros más pragmáticos.